Puedo sentir la noche
gritando en lucidez
oculta en una que otra
estrella errante.
Quisiera
que la sangre derramada
pudiera
arreglar algo.
Más el sabor del amargo beso
de la muerte anunciada
no hace más que hundirme
en las aguas turbias.
Maremotos clandestinos
y huracanes prohibidos
cantando
el caos de mi mente.
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