Justo cuando la puerta estaba por cerrarse, y los militares al fin podrían comenzar a respirar tranquilos, las falanges de Skler terminaron por asomarse por debajo de los bordes de aquel muro de acero. Las máquinas chillaron y crujieron al momento de detenerse. Una fuerza terrible habría detenido el cierre de la maquinaria, haciendo que los engranes chillaran, la maquinaria humeara y los controles estallaran y con un ultimo gran empujón terminó por arrojar aquel descomunal muro contra los desgraciados que se encontraban aterrados y suplicantes por su vida. Puesto que, a pesar de todo, lo que ellos podrían llegado a haber visto o hecho... Lo que se encontraba frente a ellos simplemente escapaba de su comprensión, algunos de ellos corrieron temerosamente, otros mantuvieron sus puestos y los más afortunados se desmayaron justo donde se encontraban.
Skler no sólo habría destruido el mecanismo de la puerta, si no que también habría hecho colapsar la entrada de aquella instalación... Un montón de tierra y rocas cayeron directamente sobre el descarnado, de tal manera en que terminaría siendo enterrado bajo aquel derrumbe y por un momento, sus presas pudieron sentirse a salvo. El sentimiento no pudo haberles durado menos ya que cuando parecía que al fin se habría detenido, un fuerte rugido terminó por destruir los tímpanos de los estúpidos que aún se mantenían firmes. Todos aquellos que se encontraban dentro de la instalación terminaron con los tímpanos completamente destruidos y sangrando al unísono. Haciendo que aquellos que se habrían desmayado se ahogaran con su propio vómito mientras yacían inconscientes, los demás, aún tenían horrores que presenciar antes de por fin servir a un bien mayor. No fue hasta que todos aquellos se encontraron sordos y lacerados, que aquella barrera de tierra colapsó una vez más, pero ahora Skler se adentraba en la instalación. De un sólo salto llegó hasta la primera de sus victimas, destruyendo su tórax de golpe sacó las vísceras de aquel hombre, Masticando sus entrañas mientras que uno de lo que aún seguían en pie intentó detenerlo, sin resultado alguno.
Las balas rebotaron en la osamenta del descarnado impactando algunas en el concreto, otras en algunos de los demás soldados y en algunos cadáveres. Uno a uno fueron cayendo. Hubo quienes trataron de esconderse e incluso escapar, sin embargo, el descarnado terminó por destruir las salidas y a aquellos en quienes la esperanza de sobrevivir aún brillaba. Cada uno de ellos terminó con una muerte más dolorosa y aterradora que el anterior. Skler se enfrascaría en un frenesí sangriento y sádico que terminaría sólo cuando las pocas más de quinientas almas de quienes se hallaban dentro de aquel complejo conocieran a ira que habían desatado.
El ala principal de aquel complejo se llenó rápidamente con bolsas de carne sin forma colocadas en una inmensa pila de carne, huesos y vísceras. Pocos rostros aún seguían siendo reconocibles. Sin embargo, el resto de aquella plasta eran prácticamente irreconocibles. Skler se habría asegurado de masticar hasta el último cadáver antes de dejarlo en aquella pila. Cuando el ultimo de aquellos desgraciados se encontraba en el montón, Skler prosiguió a escalar su aberrante creación. Sus falanges se clavaban en la carne chorreante mientras subía, llegó a la cumbre y prosiguió a sumergirse en la carne, hasta llegar al centro y justo cuando se encontraba en esa posición, comenzó a expulsar relámpagos por todo su cuerpo, electrificando la plasta, de tal manera en que un nuevo capullo habría de formarse. Uno más estable, silencioso y apocalíptico.
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