Dar el primer paso
y fingir felicidad es fácil
cuándo ya nada te importa.
Veo a mi vida derrumbarse
y sólo puedo reír un poco.
Lo suficientemente alto
cómo para hacer que el señor vecino
llame a la policía pues de hecho.
Me estoy desangrando.
No te preocupes.
Te tengo en mis manos.
Dime que al final
habremos de saborear
la gloria eterna.
Nada más importa.
Dime que habremos de ser libres.
Deja atrás aquel estúpido
y estorboso orgullo
para darme otra oportunidad.
Yo sé cuánto detestas
el haberme conocido.
No es momento.
El tren por fin ha llegado
y sobre un charco
de mi propia sangre
Habré de recordarte.
Lo que sea para dejar atrás
aquello que nos ha hecho
tan desquiciadamente
detestables.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario