con remedios baratos
y palabras huecas.
Llenas de dolor y gozo.
Pues no hay nada tan adictivo
que maldecir tu nombre
más allá de la realidad y el tiempo.
Desprecio cristalizado.
Un peso que ni la muerte
logrará aliviar.
Las nubes llorosas
se encargarán de ocultar
la sangre que he derramado
en tu nombre.
Intenta volver
a aquel momento.
Es una hermosa noche
para hacer vivido
el terror nocturno.
Observa bien esta vez.
No habrás olvidado
aquellas viejas promesas
que sellé con mi sangre
y devoción eterna.
Nunca podré odiarte.
Pues a pesar de todo
sigues siendo tu quien
e hace despertar
cada mañana.
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