Siempre lo he dicho, todo termina mal. Mi suerte siempre ha jugado en mi contra y no tengo esperanza alguna en que esto pueda llegar a ser distinto. Nunca he tenido más opción que ser pesimista. No importa cuanto intente hacer cualquier cosa, el tiempo me ha mostrado como es que todo se trata de un ciclo infinito.
Los sueños son pesadillas inconclusas.
Lo cierto es que este es el fin del mundo y a nadie le importa. La vida me resulta tan insípidas que cualquier esfuerzo pierde sentido.
¿Por qué debería importarme entonces cambiar aquello que duele? Si duele es de calidad ¿Me equivoco? Digo, la nada puede parecer aterradora al principio pero cuando te acostumbras puede llegar a ser verdaderamente placentera, no hay nada como el gran regalo que es la ausencia de sentidos y conciencia misma...Aquel espectro cósmico al que todos tememos no es más que sólo el regalo de la vida.
Hasta donde recuerdo, siempre he estado frente a una cortina de humo, esperando a que lo peor emerja desde las entrañas del próximo segundo, tal vez sea algo patológico, tal vez pueda llegar a ser un poco contagioso para los débiles mentales, adictos a la automotivación.
Es demasiado fácil llamarme amargado usando cosas tan ridículas como un listado de sustantivos abstractos a los que estoy a poco de volverme completamente inmune.
¿Por qué creen que pueden decirme como debo sentirme?
Al carajo, no vale la pena el desmadre por el que debo de pasar con tal de estar un poco menos solitario, cuando el día termina, lo único que queda es un hombre un poco más roto y triste.
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