Cubren de carbón
los cielos que ansiosos
esperaban
ver el amanecer.
Bestias abisales
destierros de la realidad.
Es el despertar
de las monstruosas avesceniza candente
y graznido infernal.
Entre vicios
e invocaciones malsanas.
Suena en frenético lamento
ante nosotros, la gran señora
la reina del Averno.
Quien esparcirá su dolor.
Sólo queda la diversión
oculta en la perversidad.
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