Despertando de la pesadilla
sólo para deambular sin sentido
encerrando
en grises amaneceres.
Ante las estrellas
perdidas en la noche anterior.
En el olvido
la silenciosa voz
es el único
consuelo.
Sólo un instante
del susurro infernal.
Al irse la luz
y el aliento vital.
El corazón
por fin habla.
Navegando
al borde de la locura.
Sin mirar atrás
hacia la turbia marea
de nueva tormenta
desquicio
de ángeles bellos.
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