He visto tantos anocheceres
ya he olvidado como despertar
y abrir lo ojos
ante los misterios del nuevo día.
sobre el dolor
la perdida y el desprecio.
Es tan fácil
olvidar los suspiros vitales.
El calor vespertino
el sonido de la sonrisa
y los buenos días.
La herida punzante
no es más que un recordatorio.
Aún estoy vivo, eso es mucho decir.
Aún puedo tratar de gritar
y entre gritos de desesperación
esparcir
la peste que habita
en mi interior.
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