miércoles, 12 de septiembre de 2018

Falta poco.

Que vergüenza
engendros descarriados.

Crecimos entre hipócritas
sólo para temer a los demonios internos
las extrañas voces nocturnas
y demás porquería interna.

La apatía reina cuando a la debilidad
se le llama "progreso".

Se vuelve desgarrador el instante
donde el olvido llega
y pensar que en los buenos tiempos
jugábamos con hojas de afeitar.

Errantes aprendimos a callar
cuando la ira y el dolor brotaban

Escondidos
de las difusas fugaras
emergentes
en la media noche.

La alegría es una frágil mentira
al emerger la realidad.

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