En una de tantas caminatas estúpidas de aquellas encaminadas a ningún lugar y sólo te dedicas a caminar sin cruzarte en el camino de algún frenético automóvil. Caminaba sin rumbo mientras discutía con la siempre fastidiosa voz dentro de mi cabeza. Simplemente era un mal día. me detuve a comprar un cigarro con algún vendedor ambulante, era un día especialmente malo, así que según una estúpida tradición inventada por mi compré uno sin filtro. Ese sabor amargo me hace recordar el como me desquicia esto o aquello. Pasó al rededor de media hora de auto desprecio, cuando de la nada, una gota golpeó mi rostro. Llovía.
El agua había despertado mis demás sentidos hasta entonces latentes en un cuerpo apenas con un poco de vida en su interior. Recordaba la calle en la que me encontraba. Había entonces abierto los ojos ante el mundo que en ese momento me rodeaba, los cuerpos comenzaron a tener rostro y los edificios fachada. aun no tenía idea de donde me encontraba y el cielo dejaba caer toda su furia sobre mi.
Sin saber como llegué. Justo donde tantos años atrás vi tus ojos por primera vez, corrí otro poco y me encontré donde todo había comenzado, frente aquella gran puerta verde, corrí otro tanto, hasta llegar a donde habíamos tenido nuestro último reencuentro. ahí fue donde por fin pude detenerme justo debajo del techo de aquella heladería, compré uno de mis cigarros favoritos esta vez. Sólo podía estar ahí y ver como se inundaban las calles, embriagado por a melancolía deseando que el viento pueda llevarme junto contigo como hace ya demasiado tiempo.
El agua había despertado mis demás sentidos hasta entonces latentes en un cuerpo apenas con un poco de vida en su interior. Recordaba la calle en la que me encontraba. Había entonces abierto los ojos ante el mundo que en ese momento me rodeaba, los cuerpos comenzaron a tener rostro y los edificios fachada. aun no tenía idea de donde me encontraba y el cielo dejaba caer toda su furia sobre mi.
Sin saber como llegué. Justo donde tantos años atrás vi tus ojos por primera vez, corrí otro poco y me encontré donde todo había comenzado, frente aquella gran puerta verde, corrí otro tanto, hasta llegar a donde habíamos tenido nuestro último reencuentro. ahí fue donde por fin pude detenerme justo debajo del techo de aquella heladería, compré uno de mis cigarros favoritos esta vez. Sólo podía estar ahí y ver como se inundaban las calles, embriagado por a melancolía deseando que el viento pueda llevarme junto contigo como hace ya demasiado tiempo.
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