domingo, 8 de abril de 2018

Ceño fruncido.

Escándalo sordo.
Ideales marchando con la intensión de romper el suelo
con un sólo gesto.
Cantos gregorianos que desgarran gargantas
abriendo las ventanas.
Entrando mientras se aletea con fuerza.

Cobre.

No quiero caminar.
No quiero seguir.
Tampoco respirar.

No sin aquel corazón de oro.

No importa la realidad
no sin la bruja del oeste.
Tristemente oculta
me mantengo con la esperanza.

De ver el corazón de oro.

El vivir
la existencia misma
los tres pasos después de despedirme
la mierda de cuerpo que habito.
Todo deja de doler.

Tras dar un vistazo
al corazón de oro.

sábado, 7 de abril de 2018

Una luz.

No hay nada en este mundo
sólo en mi cabeza
el grito de la bruja abisal.

Lejos, donde ni los gritos de la ciudad nunca llegarán.

Justo al lado de mi pesadilla más obscura
ante los ojos de la bestia
Descansa, se vuelve polvo.

La lejana tierra soñadora.

Se estructura en un ciclo eterno
entre la desdicha y los buenos días
espera el final...


Carnicero...

Destino maligno.
Juegas con las vidas como todo un titiritero.
En tus labios suenan tan sencillas como las complicaciones humanas.
¿Qué pretendes? Las palabras se hacen humo.
Ante tus pies somos sólo un par de garabatos.

viernes, 6 de abril de 2018

Asfixia.

Rostro perverso
algo parecido las mismas fauces del kraken
me pidió llamarle
con el suplicio que era su su mirada.

Trato de escapar de la bestia.

Entre pasos de botas de cuero
un incomprensible jadeo
exhala sobre el cuello
estoy condenado.

Otro día para morir.

La perra del Averno
siempre observa
vigila a sus condenados.

Reina mía, obtendremos vendetta.

jueves, 5 de abril de 2018

Recuerdo alterno.

La noche cultiva los peores recuerdos,
esos romances que se encuentran enterrados como temores.
Como si algún día la vida hubiera sido un sueño coqueto que se perdió en la inmensidad de la tragedia.
Evaporándose... Como el café de aquellas lluvias improvisadas.

Desmallo.

Miles de ellos
viejos espectros
desde la eternidad negada
hasta el centro de la ciudad.

Los incesantes lloriqueos de las campanas
han adormecido mi interior.
Es tan fácil ptetender
que las cadenas han desaparecido.

Sobretodo si las amas.

Un lento suicidio
dulce
justo como la muerte.