Al caer otra noche de verano en medio de las infinitas
nubes de tormenta pude verlo emerger, Las alas del señor celestial se habían
abierto, Ziz vive… La tormenta enmudece con el canto del celeste ser impío. Las
blasfemas alas color sangre con su agitar generaban huracanes que ofendían al
dios vivo, trayendo consigo a su más tenido semejante, la muerte. Con estos dos
luceros podridos vi al culto del nuevo Fénix alzarse. El gran rey de los cielos
era Dios ahora y yo un simple espectador.
Veo incrédulo el desfile de negras capuchas andantes
desde lo alto de un viejo intento de puente a medio construir. Se dirigen a la
plaza del pueblo. Simplemente dirijo mi camino a casa, una taza de té será
buena para esperar a que esta mierda termine. Los nuevos dioses siempre son
así, llegan, invaden, tratan de establecerse, la sangre corre y el ciclo de
hermandad continúa. Ziz abre sus alas majestuosas y el sonido que emite resulta
tan hermoso que los hombres y las mujeres comiencen a seguirle. Así emerge Ziz
la reina de los cielos se ha dignado a volverse humana.
Los viejos, como siempre, desesperados por salvación,
se vuelven fieles sirvientes, los niños son sometidos a lavado de cerebro, el mismo
cuento. Ziz me ordena terminar con sus vidas…El tiempo no es un lujo para mí.
Mi destino me llevó hacia las nievas tierras de la
obscuridad naciente, he ahí entonces cuando al llegar a la colina más empinada
del noveno circulo infernar cuando todo nosotros, enfermos y decadentes ambulantes. De repente me vi completamente
sólo en las neblinas de un espeso pantano.
Fue entonces cuando pude verme entre aquella multitud
de túnicas negras y canticos abisales y fue entonces cuando pude verla. Ziz en
todo su esplendor. Acercando un cáliz del más embriagante veneno a mi boca y
sentí mi cuerpo car fuera de mí. Fue en
verde espesura que me hiso retornar ante
el roce de los labios sabor cereza en aquel pantano olvidado de todo rastro de
luz sólo un par de velas hacían la diferencia entre la sensual figura y la
obscuridad total.
Justo ahí, donde se juntan los cuervos a media noche.
Enredado en los cabellos de la nueva deidad.
Justo ahí encontré mi final, justo ahí mi vida cobró
sentido.
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