Alguna vez hace mucho tiempo cuando las flores solían
brotar, una pesadilla emergió de la nada, el triste destino. El invierno
interno. La noche doliente. Libros tirados y té frio sobre mi buró. Una que
otra colilla, ceniza y suciedad. No esperes que despierte, no esperes que abra
los ojos y vea que estás ahí. En su momento, será demasiado tarde.
Dije que moriría pero mi palabra vale demasiado poco.
Hoy simplemente encontraré el confort de la inconsciencia en mi deporte
favorito, el suicidio.
Amaría poder decirte que puedo sobrevivir… más la
esperanza es una simple burla a la realidad. Amo mi campaña de odio, me recuerda
lo que era estar vivo.
El dulce odio, alimento del maldito, alimento y alma
de los condenados a vivir. Carroña viviente jugosa y purulenta retorciéndose en
el mundo bello. Un cáncer consiente… ¡Alimenten la demencia! ¡Fertilizante
perfecto para esta herida en la realidad!
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