Avaricia ciega
de canto seductor
demasiado como para oponerse
a su voluntad.
Arranca mi instinto
de supervivencia.
Pude ver multitudes enteras
bañadas en oro liquido
dispuestos a arder.
Al estallar los gritos de dolor
ascienden en una estremecedora sinfonía.
Un tétrico silencio
quedó entonces
cuando los miles de ecos
terminaron de declarar
su agonía.
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