Su cuerpo arrugado seguía ardiendo como en aquella juventud.
Esos senos blancos que guardaban sólo como recuerdo su firmeza,
como el mismo tiempo de testigo que nunca le mitió y que sin embargo, seguían siendo reales.
¡Ay, esas fantasías que esos sueños carnales cumplieron en aquellos años!
Se marchitan, pero siguen ocupando espacio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario