Soy de aquellos idiotas
que sólo siguen su estúpido corazón
y soy tan necio
como para morir
por lo que creo.
Nunca dije
que mis aspiraciones
fueran grandes.
abandoné la avaricia
y aquel absurdo
sentido de presunción
que se adquiere con los años.
Y no sé desde cuando
ser un hombre simple
se considera un pecado.
Pero me dejó de importar
tu ridículo discurso
sobre el propósito
y el sentido.
Estoy harto de tu mierda.
Y al fin puedo
gritar ante los cuatro vientos
que estoy satisfecho.
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