jueves, 15 de febrero de 2018

Momento

Invado la enredadera cobriza, acaricio cada hebra de aquella cascada... con estas manos, extensión del alma y contorno del cuerpo, trato de llegar cada vez más profundo en aquel mar de bronce hasta que, por un instante el tiempo se detiene ¡Pero qué instante querida! Cuando las nebulosas se asomaron en las ventanas que dan al alba. El tiempo, como dijo aquel loco, se vuelve relativo.

Sostengo aquel océano en la plena eternidad de mi universo de bolsillo.

Los veo, veo como me ven y también veo como, con cada nanosegundo el tiempo se vuelve cada vez más y más ajeno a mi comprensión. Veo como las nebulosas dejan expandirse cada vez más a aquel acogedor abismo oculto detrás de lo que llamamos corneas. El mundo desaparece, todo desaparece. Exhalo. 

Es ahí cuando los pétalos de rosas conocen las arenas del desierto.

Una leve taquicardia se hace presente cuando aquellas hebras rosan mi rostro. Un dulce aliento se hace presente para cautivar aún más los sentidos... ahí es cuando una desgraciada idea cruza el infinito para arrastrarme a la realidad. Sin importar cuanto suplicara por un instante más, la realidad es una perra cruel y tenía que regresar en algún momento.

Es ahí, cuando el sueño se convierte en locura... de la buena.

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