ha de aparecer su
espectral figura, apareciéndose
por el camino.
Otra cara
distinto ser
un recuerdo
punzante y adictivo.
Justo como aquella vieja cansión
que hablaba del paraíso y el no merecerlo
toco y toco...
sin respuesta.
Silencio.
El silencio de mi propio cielo
arde cuando la fe era ciega
y el alma encaraba la tempestad...
¿Cuándo me volví la tempestad?
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