Lamenta tanto el código secreto
el desprecio no es mi habilidad.
Las eternas palabras del hombre muerto.
Aquella vieja silueta aparece
pesadillas y dulces recuerdos
no tan dulces como el veneno
paro con un ligero sabor a suicidio
merodeando en sus misterios.
Un delirio bohemio
confusión y algo de estrés postraumático .
No quiero otra dosis, no de eso.
Abre tus fauces de una vez.
Está bien.
Al final. Ya estoy condenado.
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