Carga.

Despierta la eterna figura
siempre furtiva
siempre presente.

¿Hay alguien ahí?

Alimenta
al demonio.

El carmesí...

Abre los ojos
un poco antes del despertar.
Respira.

Estaré bien.

Conoce la mente
detecta la luz.

La demencia

La sombra viviente
desgarra la esperanza
entre las olas de la vida.

Soy un cáncer.

¿Recuerdas cuando eras joven?
Aún más de lo que eres hoy.
Cuando la vida brotaba
y los amaneceres no eran tan malos.

¿Vivo o muerto?

¿Que ha pasado?
Vamos maldito bastardo
no puedes simplemente
ignorar todo lo que te rodea
y desvanecerte.

¿O sí?

¿En que te has convertido?
Al borde del abismo
sólo una estúpida sonrisa
y mirada decadente.

Latente.

Doble muerte.

En pleno sendero

el blanco de mi aliento y el crujir al andar

la luz de cigarrillo, mi única compañia

rumbo al pantano del este.

Mentiras

en mi mente y alma.

Cubierto con túnica negra

la mirada perdida

guía mi mi camino

entre las arenas del recuerdo.

Quedan miles

de aquellos granos de arena.

El parásito mental

que alimenta la ira.

Recordando mi sueño negado

aquella pesadilla que no quiero olvidar.

La esperanza

un cobarde suicidio lento.

Cálido.

Al otro lado de la medianoche
más allá de la vida
donde las llamas callan
y la purulenta obsesión
desaparece.

Vienen por mi
las ramas marchitas
obsesivas con la sangre.

Al caer el velo marchito
la verdad se vuelve sólo otro matiz.

Pero amo el color sombra
donde habitan los monstruos
y las aberraciones.
Mis podridos hermanos de sangre y yo.

Todo por seguir.

Arrancaré las insignias que hay en mi

cortaré la piel

en el más retorcido ritual.

Sólo importa

hacer sangrar al pasado.

Sin arrepentimiento

el dolor

es la única escapatoria..

Sangre y quemaduras de cigarrillo

todo

por algún sentido de culpa.

Patético.

Simplemente, el peor episodio

de mi vida.

El carmesí es para alimentar

el sueño

la llama del todo

consiencia

y consuelo del idolatra.

Otro lugar.

El aislamiento

oculto en una que otra 

sonrisa falsa, de esas que venden al mayoreo.

Barreras y pretextos absurdos

para alejar la vida

y todo rastro de mi...

la simple naturaleza

de alguien roto.

No importa

los gusanos me habrán devorado.

Una y otra vez.

En este ciclo de putrefación

que llamo vida.

A veces, quisiera salir de esto

y es justo ahí

cuando lo recuerdo todo.

No es contagioso.

Déjame llevarte
a Interzona
puede parecer tan, incierta.

Tanto que transtorna
y envuelve
aquella obscura parte dentro de uno.

Ya no me importan
los eternos campos que algún día soñé.

Pero en realidad
fui yo
quien dio la espalda a la realidad.

Siempre he visto
el daño
la obscuridad y la luz oculta en ella.

Partiremos a las tierras
del frío y las bestias abisales.