tocan el piso.
No sé si se trate
de la lluvia
o de mi llanto.
Me resulta imposible
mirar el cielo.
La luna es un verdugo
cruel y despiadado.
Tal como se supone
que mi engendro sea.
Reconozco el fuego
en aquella mirada.
Puedo percibir
sus grandes ansias
por mi sangre.
Noche tras noche
me observa.
He de sentir el peso
del juicio de quien
ha sido olvidado
por su estúpido creador.
Tan sólo espero que esto
termine por matarme.
Pues estoy cansado
de mirar su rostro
y recordar mi crimen.
No merezco volver
al mundo de los vivos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario