que mis pecados traerían
tal pálida y triste
visión celestial.
He de marcharme
mucho antes que tu.
No sin antes mostrarte
el verdadero rostro
de la añorada
autodestrucción.
Observa como es que
me he abandonado.
Donde antes se alzaba
el negro fulgor
hoy descansa
un cadáver viviente.
Esperando por fin
deshacerme de todo vinculo.
Yo te odio
y te necesito
de una manera
que no entiendo.
Debo abrir más
las viejas heridas.
Tan sólo diluye
el eterno desvelo
y el exilio habría
valido la pena.
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