Y bien, llegó el momento
de volver a perderme en la espesura.
Impulsado por el dolor
lo único real
en este
asqueroso mundo.
Dirigí mis pasos al horizonte
esperando encontrar la verdad.
Fue entonces
que pude verme
merodeando
en los bordes.
Entre la triste vida
y la dulce muerte.
En calles taciturnas
de cielos grises
tan bellos
que incitaban al suicidio.
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