miércoles, 1 de agosto de 2018

Enemigo.

He escuchado al destino
hablar con tétrico acento
y voz ronca.

Ha pasado tanto
que me he olvidado de sonreír.

Nunca más.

El tacto de la arena
o la tranquilizadora
sonrisa de las buenas noches.

Hemos emergido
de las inmundas cloacas
para decender
a la ciudad de los hipócritas.

La dulce tierra
donde la obscuridad es un crimen.

O alguna enfermedad.

Tal vez
algunos voltios
me vendrían bien.

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