viernes, 20 de julio de 2018

49:64

Cuando nada importa
las noches encuentran su destino
los ecos callan
y las voces también.

Sin pesadillas
y un poco menos aturdido.

Es el ojo del huracán, lo sé bien.

Cuando el universo
se vuelve tangible
el desenfreno del alma explota
entre lápidas olvidadas.

El silencio
la obscura penumbra.

El único hogar.

Cuando la sonrisa
de los labios de serpiente
me susurrarón
viejos conjuros.

Nunca esperé
que el abismo fuera tan acogedor.

Por fin, tranquilo.

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