jueves, 10 de mayo de 2018

Gélido.

El dulce frío inunda mis huesos
tras las tardes de la no existencia.

Un muerto en vida.
Tristemente llamando a tu puerta
desquiciado
deplorable
un indeseable.

Una visita del Averno.

Una mañana desperté
con algún sentimiento distinto
el sol no dolía
y la vida no parecía tan molesta.
¡Oh esa mañana parecía sanar!

La melancólica figura
hablaría con voz de poeta
después de tanto silencio...
¿Que se podría esperar?

Había aun más muerte en mi rostro.

El hombre muerto
siempre
tan deseoso
de dejar atrás ese dolor.

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