viernes, 16 de noviembre de 2018

Cuarto obscuro.

Desvanecida de mi realidad debo olvidarte
y volverte una de tantas pesadilla
implantadas en mi mente.

Lo lamento tanto
que al final del día
he de recorrer este sendero
por siempre solo.

Desde siempre he cargado con esa suerte
esto debe ser alguna pesadilla cruel
una que ha durado toda mi vida

Cuanto quisiera desearte
un placido descanso
pero ambos sabemos
que no lo mereces.

Ahora no importa mi destino sé muy bien
que no merezco una oportunidad
para buscar la felicidad.

Pude verme entonces
en la orilla de aquel abismo
al que los condenados
llamamos "hogar".

Caen las hojas.

Y bien, llegó el momento
de volver a perderme en la espesura.

Impulsado por el dolor
lo único real
en este
asqueroso mundo.

Dirigí mis pasos al horizonte
esperando encontrar la verdad.

Fue entonces
que pude verme
merodeando
en los bordes.

Entre la triste vida
y la dulce muerte.

En calles taciturnas
de cielos grises
tan bellos
que incitaban al suicidio.

Diálogos de una intrusa

- Si no quieres que te pertenezca solo a ti, dímelo.
- No es cosa de pertenecer, Pancracia.
- ¿No?, Entonces, ¿Qué es lo que acabas de insinuar?
- ¡Que eres libre, muy libre!
- Eso ya lo sé y sé que también me quieres, Alejo.
- Pero escucha, yo te lo quiero decir.
- Y tú, ¿quién te crees para decirme eso?
- No me creo nadie, no soy nadie, pero... Escucha.
- No, no quiero escuchar.
- ¡Siempre lo mismo!
- Si yo quiero coger con Fredy, Judith, Adrián, Martha, Félix, Alberto o Lucía, ¡No tienes ningún derecho de objeción!
Jamás te he dicho que me perteneces, porque no es así; desde un inicio tenía en cuenta lo que éramos, un montón de cuervos apilados, queriéndose comer la pasión errante que ha ambos nos hacía falta. Eso somos, cuervos, cuervos insaciables, cuerdos.
¡Y tú! Que eres mi instructor en esto de devorar, ¿vienes y humillas mi libertad?
- No quise decir eso, Pancracia, lo sabes. Sé que no estoy en posición, no me hago pendejo, sé que hay adversidades de por medio.
- Adversidades que tomo en cuenta para no molestarte, pero no hacen que te quiera ni un poquito menos. ¿Tienes algún problema que durante estos próximos quince, cincuenta, o más minutos quiera pertenecerte, a ti, solo a ti o si quiero, estos dos, cinco, diez años?
Si me doy cuenta, que ya no quiero ser tuya durante los próximos 10 segundos ¿Que dirás?
Ay, Alejo, no has entendido nada.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Omega

Innombrable ser de luz,
ceguera deliciosa con lagrimas limpia resbalones.
Secreto de sonrisas,
ejemplo sangriento de decisión.
Berrinches de lluvia.
Espectador inato de millón de historias.
Predicción del aquí, mas no culpable del pasado.

Resonante mal viaje sobrio,
mas que adulto profesional es un niño curioso.

Pensamiento celeste,
latido retumbante.

Llueve.

Retorciéndome bajo la lluvia y el viento
estrujando mus huesos
en el terrible frío

He muerto tantas veces
que olvidé
como sentir la luz del sol
y el por venir.

Tengo tantos pecados que enmendar
antes de si quiera poder fingir
que lo siento.

Lamento tanto
no sentir lo suficiente
como para
seguir tus pasos.

Es tan fácil perder el control, decir "adiós"
partir hacia el horizonte
y nunca mirar atrás

Pero supongo que al final
nunca fue suficiente
errar los ojos
para calmar el dolor.

Bajo la luna demente.

Tantos años
perdido en espesas penumbras.

Pero ahora puedo verte
en tu verdadera piel.
Tan insignificante
tan patética.

Incluso puedo sentir
tus lágrimas empapando mi rostro

A pesar de todo
estoy dispuesto a olvidar
mi desprecio
mi dolor.

Cerrar los ojos
y sumergirnos en el último arrullo.

Brindarte el amor
que tanto se me ha negado
pues al final
eres todo lo que me queda.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Es una pena.

Perdido en la travesía
del universo
he dado el salto suicida
al unisono de las agudas campanadas
del medio día.

Todo sea
por dejar atrás
el dolor.

Ante la luz de luna
sólo un arrepentimiento
cruza mis sentidos
antes del inminente impacto
y la doceava campanada.

Y al llegar
a la siempre cómoda
nada.

Desapareceré en el viento
junto a las cenizas delirantes
y el vapor
que se alza contra la lluvia
en una cálida ventisca.

Justo como
aquellos gritos de ayuda
que nadie escuchó.