que todo el mundo sabe cuan
detestable suelo llegar a ser.
Nunca me importó ser agradable.
Han pasado un millón de infinidades
desde que vi al abismo por primera vez.
Los buenos tiempos han muerto
y sólo queda algo no humano.
Con la muerte emanando de mis manos
soy un imán de tragedias y desastres
cual terrible augurio de mala muerte.
Ruega por qué mis pasos no se alejen
que es entonces cuando todo comienza.
Los palos y piedras son sólo un chiché
cuando la psicosis mengua el dolor.
No queda rastro alguno de quien solía
habitar este cuerpo defectuoso
y ese es el único consuelo que tengo.
Un disparo en la obscuridad me librará
de las visiones que me enloquecen.
No sabes cuanto me enferma el hecho
de que todo terminará de esta manera.
Me he entregado a las manos de la locura
con la única esperanza de arrastrar
a cuantos pueda al infierno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario