Felizmente.

Hermanos míos, la hora
por fin ha llegado.
Mi cruzada ha llegado a su fin
y ha llegado el momento
de colgar el abrigo.

Al igual que todo
debo extinguirme.

No veo el momento de apagar
las brillantes luces y volver a correr
libre e inconsciente.
No hay motivos
para lucir apenados.
Los conozco muy bien.

Demuestren sólo por hoy
quienes son en realidad.

He notado las miradas desprecio
desde siempre, nunca me importó.
Sé bien quien soy en realidad
y eso no es algo que puedan
arrebatarme fácilmente.

Tan hipócritas como yo
hermanos y verdugos mios.

Es por eso que me atrevo
a invitarlos a presenciar
mis últimos momentos
en este asqueroso mundo.