sábado, 13 de junio de 2020

Socorro.

Lo primero que vi
cundo los cielos cayeron
fue la neblina
asechando desde
las alturas.

Hubo un tiempo
en el que podía
sentirme seguro.

Todo terminó
cuando al fin pude
tocar las nubes
cuando el relámpago
tocó mi alma.

Nunca fue mi intención
llegar tan alto
ni convertirme en polvo.

Tan sólo se trata
de los caprichos
de una vida insufrible
donde nada importa
lo suficiente.

Como para cruzar
por el abismo
y volver con viada.

Pero incluso ahora
me encuentro buscando
la manera de no olvidar
y mantener viva la chispa
que me dió vida.

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Esta historia comienza en un lugar de lo más escabroso, una noche de tormenta en la cual los relámpagos, azotaban un montículo de desperdicios a las afueras del Metro Pantitlán. Al terminar la tormenta aquel montículo se había convertido en una pasta verde y purulenta de la cual, unos cuantos huesos luchaban por salir. Primero una mano, luego la otra y así consecutivamente hasta que un esqueleto terminó por al fin ser parido por aquella pestilente y amorfa placenta, había nacido una nueva entidad, Skler, el descarnado, al fin habría llegado a este mundo.

Una vez hubo salido de aquella cúpula y logró recibir el regalo de la vista quedó absorto por aquello que presenciaba por primera vez, cuando el olfato apareció, pudo percatarse del terrible aroma que desprendían los cuerpos en descomposición sobre los cuales él había sido engendrado. Luego vino el gusto, siendo su carta de presentación el sabor de un liquido negro y viscoso el cual regurgitaba con violencia. El tacto fue lo próximo en hacerse presente y un punzante dolor en donde se supone que estaría su estomago, sus huesos se retorcieron de tal manera que si se hubiera tratado de un ser humano sus articulaciones quedarían dañadas de por vida. Lo hicieron desorientarse y caminar a ciegas hacia una gran avenida mientras gritaba potentes gritos de agonía.

Se encontraba demasiado ocupado sufriendo como para percatarse que un automóvil de un color parecido al rojo, hecho chatarra y con una mujer demasiado distraída al volante se aproximaba. Una botella de vino vacía era su única compañía, sus ojos resecos no pudieron notar al descarnado cruzarse en su camino, no fue hasta que sintió como golpeaba algo cuando se enteró de lo que sucedía. Skler no había llegado lejos, solamente voló un par de metros cayendo en unos arbustos los cuales lejos de amortiguar su caída se terminaron clavando entre las aberturas de sus huesos los cuales no aparentaban haber recibido ningún tipo de daño, sin embargo seguía contorsionarse  mientras gritaba con todos sus fuerzas, apenas había nacido y el mundo ya le había concedido el regalo del dolor.

Pasaron unos cuantos segundos para que aquella mujer gritara con voz ronca y grave "¡Llamaré a una ambulancia!¡Estarás bien!" Skler no podía comprender el idioma de los humanos así que rápidamente re acomodó sus huesos de modo en que le fuera posible salir rápidamente de ahí, estaba demasiado asustado y aturdido como para intentar defenderse, no podría comprender lo que sucedía pero el dolor era insoportable, el miedo lo había poseído y en un acto de supervivencia se abalanzó sobre aquella mujer, ella se quedó completamente congelada mientras él se acercaba, su cuerpo fue incapaz de reaccionar ante lo que ella veía, su mente estaba tan ocupada tratando de comprender lo que pasaba que no logró moverse hasta que Skler ya había incrustado sus dientes en en el cuello de esta desafortunada mujer que solamente fue capaz de empujarlo un par de veces sin tener resultado alguno antes de que él ya le hubiera arrancado el trozo de cuello que recubría su yugular. haciendo de ella una fuente de liquido carmesí.

Sus instintos volvieron a hacerse presentes, el miedo se había ido, ahora lo impulsaba el hambre, así que siguió mordiendo el cadáver inerte de quien alguna vez fuera una prometedora estudiante. Joven, bella e inteligente., ahora no era más que simple carne siendo devorada por un engendro. Lo único que podía hacer era arrancar pedazos de carne con su mandíbula, fingir masticar y dejar caer pequeños pedazos de musculo, huesos y viseras. se dejó bañar por los chorros que brotaban de aquel cuerpo sin vida y a medida que sus huesos se teñían del mismo color que el cálido plasma que derrochaba sobre su blanca osamenta. Extasiado por el "sabor" de la sangre lanzó un feroz rugido a los cielos, tan terrible que la ciudad se conmocionó tas haberlo escuchado, los perros chillaron, los gatos corrieron a esconderse, las mujeres berrearon y los hombres aullaron con terror.

Al pasar unas cuantas horas la gente terminó por encontrar los desperdicios de su festín, era como si su cuerpo entero hubiera sido molido por una mandíbula mediana. Algo la había devorado con vida y ellos nunca lograrían tan siquiera imaginar lo que había sucedo, mientras tanto, el descarnado terminó por esconderse bajo tuberías viejas y oxidadas y escombros olvidados por la historia.

Ilustración: Facio Diaz Gonzales.

viernes, 12 de junio de 2020

Cuarto obscuro.

En aquella tierra lejana
donde el sol era inclemente
y el viento escaseaba
conocí de primera mano
a los terrores de la noche.

Sus bellas mentiras siempre
serán engañosas y reconfortantes.

No sé como es que logré
volverme tan detestable
como para ganar mi libertad.

Verás que he abandonado
mi vieja vida por completo.

No quiero volver a recorrer
los viejos senderos que un día
me vieron falsificar felicidad
ni vagar por el tiempo
en la absoluta obscuridad.

Ya he vivido en el infierno
de mi propia mente.

Sólo sé que necesito escapar
antes de que aquellas luces
vuelvan a atormentarme.

jueves, 11 de junio de 2020

02:27

Siempre he estado solo.
No tengo motivo alguno
para no volver a estarlo.

Siempre lo supe.

Dejé ir
mi única
oportunidad.

Y no me importa.

Solía estar
rodeado de
hipócritas

Débiles y estúpidos.

Lo suficiente como para
creer que podrían hacer
que su fe curara mis heridas.

Pues bien, nada pasó.

Así que
simplemente
corrí.

Hasta el anochecer.

Donde la luna
vuelve
a la vida.

miércoles, 10 de junio de 2020

Un nuevo horizonte.

En donde el sol
nunca mostrará su rostro
y el aire frío es quien
convierte el día en noche.

Caminé por interminables
mares de arena y tormenta.

Olvidé mi nombre
y a quien solía ser cuando
aun podría considerarme
un poco afortunado.

Las penumbras se apoderaron
por completo de mi mente.

Nunca llegará el día
en el que por fin vea la luz
sin embargo encontré
un nuevo hogar.

Mis pulmones siguen muriendo
y mi pulso se apaga poco a poco.

A pesar de todo nunca
abandonaré esta nueva vida
en la que por fin logré
esparcir mis raíces.

martes, 9 de junio de 2020

Cubre tus ojos.

Me gustaría poder
alimentarte con los tumores
que me hacen vomitar sangre
cada mañana.

Los ángeles estarían orgullosos
de tu soberbia e hipocresía.

Un cielo obscuro
y despejado, sin nubes ni estrellas
solamente frío y obscuridad.
Abismo y miasma.

Hemos roto los tabues
impuestos por el silencio.

Justo en aquel momento
en el que la luna dejó de ser sólo
un punto resplandeciente
y cobró vida.

Desde entonces puedo sentir
como es que me observa.

Al mismo tiempo
que una voz en la distancia
me recuerda que nunca
estaré solo.

lunes, 8 de junio de 2020

Entierro.

Mi corazón
por fin se ha
corrompido.

No creo
que pueda
seguir
aquí.

No mereces
la lluvia negra que
me acompaña.

Tus pecados
no significan
absolutamente nada
para mi

Nunca has
escuchado el lamento
nocturno.

El único
remedio para
todo esto
es el odio.

No quiero
verte viviendo
bajo la tierra.

Es una suerte
que nuestros caminos
nunca podrán
reconciliase.

Mis cadenas
se han roto
por completo.