martes, 2 de octubre de 2018

Carmesí.

Puedo sentir la noche
gritando en lucidez
oculta en una que otra
estrella errante.

Quisiera
que la sangre derramada
pudiera
arreglar algo.

Más el sabor del amargo beso 
de la muerte anunciada
no hace más que hundirme
en las aguas turbias.

Maremotos clandestinos
y huracanes prohibidos
cantando
el caos de mi mente.

Apartado.

Podrías verme correr
entre sombras
y obscuras neblinas.
siempre hacia el horizonte.

Sólo para al final
volver a intentarlo.
Sabiendo bien
que el fracaso
es el único destino.

La verdad
no importa el lugar
siempre
me he de desvanecer.

Al amanecer cual huella
de un mal sueño.
Hasta que la lluvia
haga resonar mi nombre
de nuevo.

No me esperes.

Tras largos años
encadenado
a una falsa realidad.
Tantos años ciego
y ya no sé ni quien soy

Renegando para aquel
al quien los afligidos hipócritas
suelen llamar "Dios".

Sólo por haber disfrutado
el ver como las llamas
consumían mi más obscura obsesión.
El final perfecto
para tantas noches de insomnio.

Los desiertos
del nuevo mundo astral
se convirtieron
en mi camino hacia el amanecer.

Mas no antes del atardecer anunciado
cuando despertar no duele tanto.

Confusión.

A horas
de caer
a esta ciudad
donde reina
la imponente
hipocresía.

No me importan las miradas
Sólo los vientos de cambio.

¿Por qué asesinar mi mundo?

Nunca imaginé
a alguien
tan, obsesionado
con este pedazo
de divinidad.

Pero Interzona
no es para todos.

15:24

Habré partido justo antes de terminar
el nuevo cataclismo.
Yo soy la tormenta
y no hay vuelta atrás.

Tampoco remedio.

Así que déjame caer
lo antes posible.

Sin remordimientos.

Suelta mi mano
al colgar
en el abismo infinito.

Llevo tanto tiempo
debatiendo entre la vida y la muerte.

Husme un último favor
jala el gatillo
junto con el último relámpago
y liberarme.

Delirio.

Nos hemos entregado
a las lágrimas del destino
y sus caprichos
en este nuevo
ciclo infernal.

Despegamos al olvido cual polvo al viento.

Hace tanto que lo perdí todo
ya no pedo recordar
como era tener
algo parecido a un hogar.

No vale la pena llorar
cuando las sombras
traen el remedio.

Ante el absurdo de esta vida.


Destinado.

He roto el sello.
Resignado
extinguí el fuego
que solía mantener
este pulso deteriorado.

"¡Nunca más!"

Ante el latente abismo
el grito demente
siempre perdurará.

En tierras profanas
y estériles
sólo somos
recuerdos lejanos.

Traidores ante la existencia
enviciados por el corazón palpitante
y la falsa promesa
de un mejor mañana.

Perdidos en el dulce llanto.

Hasta la última promesa
del fuego y ceniza.
Hasta el próximo renacer.