martes, 16 de junio de 2020

Blasfemia.

Debajo de la podredumbre viviente
y las hordas de carne fétida y muerta
termino encontrando al fin mi destino.

La vista se convierte en un terrible
recordatoria sobre mi mortalidad.
Sin embargo sigo sosteniendo
la tenue esperanza de que algo cambiará.

No hay nada que pueda hacer
tan sólo resignarme y morir en silencio
como el perro que siempre he sido.

Dónde sólo quedan penumbras
la realidad luce trastornada
y la brutalidad del silencio  se hace
cada vez más dolorosa e incidente.

El frío oxido de una daga
manchada con la sangre inmunda
que recorre en mi interior.

Me hace recordar los días de antaño
y a aquello que siempre ha habitado
en los confines de una promesa
deshonrada y rota.

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