lunes, 27 de enero de 2020

Desamparo.

Recorría en los avernos
un terrible torrente
impregnado con el misma
y azufre infernal.

Por debajo de las cloacas
infesfestadas de sangre
y una que otra calamidad.

Pude ver horrores vivientes
devorando con malicia
una inocente víctima
de rostro puro y celestial.

Entré a la ciudad maldita
cuál crees criatura extraña
de algún extraño lugar.

Un par de cadáveres
caminaban alegremente
el valle de inmundicia
y profana potestad.

Me encontraba entonces
enjaulado cuál sacrificio
hacia alguna obscura deidad.

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