sábado, 16 de febrero de 2019

Afortunado

Miserables los descarriados.
Aquellos que el nacimiento no les sana
Los que sienten la vida encarnándose.

Miserables aquellos que sienten.
Las emociones les serpentean por las piernas,
van rasguñando el recorrido.

Miserables los granjeros de lágrimas.
Los que enmudecen en mares,
recogiendo pedazos de alma con suspiros.

Miserables los que viven.
Que la perseverancia se desgasta como tela vieja.
Teniendo sólo conceptos. Haciendo sólo suposiciones.

Miserables los avergozados.
Presos de navajas agudas que vuelan,
recorren la mirada y escupen dentro de heridas.

Miserable yo.
Ronroneo la posibilidad de lo eterno.
Leo en la noche la canción hebrea que me enseñará a caminar mientras tomo de la mano el recuerdo de haber nacido bajo el yugo del español.

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