Justo aquí donde se alza el sol
aquel arbusto
que converti en hogar
he de terminar
mis
días.
Puedo escuchar las tristes notas
brotan de la interminable cascada helada
muy cerca
justo en la esquina de donde suelo
arrebatar el alma.
Los
desamparados
suicidas del ayer
traen flores y demás porqueria
una horrenda ofrenda
un poco conmovedor.
Kilómetros de enmascarados conocidos
cruzan frente a mi
atraídos por mi vieja droga favorita
tu sabes
ese afrodisíaco que brota de tu piel.
He estado muerto
tanto, pero tanto tiempo
que conseguí el don de la resistencia
una inevitable y triste bendición.
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