Te desprecio.

Recuerdo aquella vez
que dije "no vuelvas".
Nunca me retractaré
he encontrado el lugar
al que pertenezco.

Justo aquí
en la densa penumbra
que me acogio
cuando la esperanza
conoció la muerte.

Ahora que me he vuelto
un hombre de humo y ceniza
condenado a pasar la eternidad
a revivir su miseria.
Es cuando más te necesito.

No precisamente
para encontrar la salvación
ni recordar
nada sobre los viejos tiempos.
Todo lo contrario.

Maldito.

Hacia donde sea que miro
siempre me encuentro
con la misma mierda de siempre.

Cada noche
justo como la anterior
y la que vino
mucho antes que ella.

Velando por la desgracia
de mi adorada alucinación.

Quien en sus desvelos
sabe que mis palabras
no son otra cosa
que un cáncer viviente.

Cada vez que cierro los ojos.
Cada vez que camino sin rumbo.
Cada vez que enciendo un cigarrillo.

Siempre has de estar ahí
vigilandome constantemente.

Eso es bueno
pues sólo de las cenizas
emerge el toque infernal.

Aquella triste maldición
de la que me he apropiado
sin derecho alguno.
Como debe ser.

Lo prometí.

Sólo dame un minuto

antes de convertirme

en carbón y volver

a ser consumido.

Necesito saber si puedo

hacer algo por ti.

Tan pronto como amanezca

y las estrellas desaparezcan

me habré marchado.

Debe haber algo

que yo pueda hacer

o esta estúpida suerte

será completamente inútil.

No hay nada peor

que verte en ese estado.

No puedo permitirme

dejarte partir de esa manera

tan poco digna de ti.

Tomaré tus últimos segundos

como mi más preciado tesoro.

Después de todo

ese será mi único consuelo.

Al día siguiente.

Acércate sin miedo.

No importa donde te encuentres
o si tan siquiera recuerdas mi rostro
mi nombre no pierde significado.

Estoy seguro
de que recuerdas mis palabras turbias
e intenciones siniestras.

Siempre he querido
decirte cuanto lamento
haberte repelido.

Lo verdaderamente siniestro
es lo que habita dentro del corazón
más puro.

Disculpa si esto
es lo mejor que puedo hacer
para compensar el daño.

Pero luces demasiado hermosa
cuando me observas y sonríes
dentro de mi memoria residual.

Y yo sólo soy un demente
intentando que sus palabras
tengan algún efecto.

Suelo ser terriblemente
idealista y estúpido.
Realmente lo detesto.

Refugio.

Incluso yo me sorprendo
cuando te encaminas
hacia las estrellas
y conviertes a los astros
en simples absurdos.

Un cerezo arranca
frenéticamente sus hojas
al escuchar las campanas.

Fueron aquellos dos luceros
quienes me arrebataron
en un sólo segundo
el aliento y alma.
Dejándome casi muerto.

Ese es el problema.
Al no haber terminado conmigo
puedo buscar venganza.

La Lluvia incesante
sólo es el primer paso
que te traerá de vuelta.
No importa si quieres o no
es el precio de tu voluntad.

Presumes llevar a Dios
siguiendo tus pasos
pero eso es sólo una mentira.

Una que necesitas
para no derrumbarte
cuando en las mañanas
tienes la desdicha
de mirarte al espejo.

Debemos aceptarlo.
Tu existencia es un error.
Uno que tiene remedio.

Despierta.

El tiempo corre inclemente
y nunca me podré arrepentir
de haberlo sacrificado todo
con tal de mantenerme.

Justo aquí, a tu lado.

Siempre que me necesites
estaré ahí sin dudarlo
justo como cuando tu
tomaste mis restos
y me trajiste a la vida.

Siempre has estado
llena de contradicciones.

Desde siempre he estado
esperando este momento.
En el cual la vida golpea
y nuevamente muestras.

Aquello que te convierte
en quien realmente eres.

Es una pena que sólo el horror
haga brotar aquel fuego
que consume todo a su paso
y puede liberar tu alma.

Internado.

Así es esto
un día te encuentras
terriblemente aburrido y sin energía.
Listo para el manicomio.

Sólo un numero.
Uno de tantos.

Finges cualquier síntoma de mierda
y esperas a que eso te libere
del ciclo interminable
al que estamos sometidos.

Siempre contamos
exactamente la misma historia.

Puedes ser tan afortunado
como para que nadie crea tu historia
y esto se convierta en otra anécdota
que nadie contará.

Estar loco
puede llegar a ser bueno...

Pero por desgracia
yo soy mucho mejor mentiroso
de lo que siquiera
pude imaginar.