domingo, 25 de noviembre de 2018

Burlar al destino.

Al terminar el derroche
de palabras ciegas y mudas.
Puedo decirte.
"Adiós"

Puedo jurar haberte visto sonreír.

Detrás del desprecio.
Bajo el horizonte
o en algún otro
lugar recóndito.

Al final del camino
eres lo único que he tenido.

Mirarte a los ojos
y volver a caer
en aquella
hipnosis.

Y de algún modo
volver a ser
materia viviente.

Mi único tesoro
vaga en las nebulosas
que a la confusión
ocultan.

Cadáver.

No hay
remedio
para el dolor.
Tampoco
creo necesitarlo.

Tus palabras
nunca
pudieron acercarse.

Tu verdad
es la misma
de aquella plasta
de carne.
Tan insignificante

Ha pasado tanto
desde
el despertar.

Puedo ver
tus lágrimas car
pero lo siento.
No creo
conocerte.

No puedo sentir
la vida
fluyendo en mi.

sábado, 24 de noviembre de 2018

Falda irritada

A veces menstruo mis tristezas,
comienzo a sentirme vacía.
Soy una rutina.
Grito a través de lágrimas.
Estoy harta de ser mi compañía.

Mi voz raspa y deja ardiendo mi pensamiento.
Como pasoso de fuego,
latidos de arrepentimiento.
Reclamando con firmeza mi infierno.

Quiebre.

Solíamos ser jóvenes
e ingenuos
un par de almas desamparadas
cayendo
en un eterno espiral
de pandemonio
y demencia.

No fueron
buenos tiempos.
No mentiré.

Pero al menos
teníamos eso en común.
Podríamos mirar
al abismo.

Y no temer a la obscuridad.

Es tan fácil
encubrir
la debilidad.

Sólo se trata de otra mentira.

He implorado perdón
a los cuatro vientos
y he sacrificado
todo mi ser
ante los dioses olvidados

Lo que sea
para volver a sentirme
vivo.

Dispensable.

Donde las estrellas
apagan su brillo
para dejar
atrás la propia vida.

Al borde del precipicio
esperando...

Sólo esperando.

Más allá de media noche
bajo la mirada
de la luz de luna.
Puedo sentir tu esencia
en cada absurda pesadilla.

Apaga las carcajadas
antes de que termine de perder la razón.

Es demasiado
temprano
para cerrar los ojos.

Siempre habrá
una nueva decepción
un nuevo dolor.

Sólo tengo que esperar.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Diálogo del traidor

- Le estoy dando muchas vueltas, vamos a platicarlo. Yo sé bien que siempre he tenido ese sentimiento, casi como instinto animal que me hace querer poseerte, que seas mía, solo mía.
Sueno bastante tonto, muy tonto en verdad; no tengo lugar de estar así.

Cuando me preguntaste "¿Y tú quién te crees?" Me di cuenta de muchas cosas, entre ellas...

- Olvídalo, es mejor olvidarlo.

- Ay, Pancracia, cuando te digo que te amo, lo digo de verdad.

- Yo te quiero.

- Aunque no me dejes terminar, quiero decirte que tu mirada es muy pesada, ja, ja; cómo la de María Felix, he ahí tú parecido.
Dame un abrazo.

- No.

- Anda, abrázame.

- Hoy no, Alejo, hoy no.

- Bueno, está bien. Cuídate, hablamos luego.

Pensé en Pancracia parte del día, en sus aventuras que tiene, en sus juegos que normalmente asechan a uno que otro inocente que la cree tierna, pero en realidad si es tierna, por eso es fácil creerle. Mentirosa con talento.
A mí no me miente, eso lo sé, si lo hace, no lo hace con intención, por eso, aunque no me abrace y me obligué a olvidar, alguna vez le dije que será ella quien recordará. ¡Iluso que fui! ¿Que hago yo aquí pensando y recordando?

Así, que llame a Macaria, mi esposa, le pregunté por mi hijo y como iba el trabajo, así una vez más, purgue la parte de Pancracia de mi mente, esa de recordar, así entonces paso un día más, un día menos.

Colmillo.

Me pregunto
si después de todo me extrañarás
sé bien
que no lo merezco.

Lo has visto
en mis ojos
miles de veces.

Es bueno perderse
en las maderas
pero trata de recordar
el camino a casa.

Podrías ver
mi verdadero
rostro.

Al sumergirnos
en la más obscura penumbra
el reptil
sólo busca comida.

Sabes bien
el tipo de engendro
que soy.

No esperes milagros
me he desviado del camino
desde hace
demasiado tiempo.

Esto es
lo único que queda
de mi.