“Espero, espero, espero, espero. ¿Cuántas horas faltan, señor guardia?” dice un prisionero a su vigilante. Éste, indiferente, mueve un poco la cara hacia su prisionero. “Libérame, juguemos, seamos amigos, los mejores”, decía el prisionero bailoteando por toda la celda, rebotaba y rebotaba en sus suaves paredes. El guardia suspira, el cansancio lo posee y simplemente abandona el lugar. “Pobre desgraciado” susurran sus agrietados labios al salir de la mazmorra. “¡Una gota, una gota, ja ja ja, me gustan las gotas!” decía el prisionero mientras el guardia salía del ala. “Ellos le llaman lobotomía, yo lo llamo decapitación”.
“Supongo que creen que perdí el camino, pero yo sé que el mío es distinto” dice el sabio en la jaula. “Todos, todos me llaman loco sin siquiera saber una mierda de mí”, continúa, “mentir en ello es difícil, demencial… aquella estúpida se lo creerá todo…” suspira y se tumba en el suelo de paja, una poca sale volando sobre él, “hasta cierto punto envidio a los prisioneros de Auschwitz… yo ni siquiera entiendo mi sentencia y me hacen esperar mi muerte… ¡Eso es progreso, señores!” grita mientras agitaba su brazo el aire. “Espera” dijo el loco mientras se aferraba a los barrotes de la celda.
“Viene, ahí viene, ¡Doctora Sonrisas!”. La mujer entró con una cara seria como el hielo en aquel delgado y pequeño cuerpo. Bailoteaba y bailoteaba el loco mientras aquella figura refinada lo miraba. Bailoteaba y bailoteaba mientras la estúpida veía. “¡Es fácil! o ¿Eres tonta?" Dijo el loco sujetando sus barrotes. “Señorita, señorita” dijo aquel galante caballero mientras hacia una reverencia ante aquella bestia inmunda. “Me honra con su visita ¿Acaso se viene a despedir?" Aquella delgada y fina figura le sonríe con malicia al loco. “¿Acabaste o podemos seguir con el procedimiento?” preguntó la estúpida desde su observatorio.
“Ese tipo de cosas se le preguntan a los hombres” dijo la rata de laboratorio. “¿A los hombres?” contesta aquel verdugo de sonrisa de ángel. “Supongo que no hay nada para mí en este mundo… conclusiones, conclusiones, conclusiones. Hay a quienes no les imparta nada. Hay quienes le dan demasiado valor a la nada ¿O no es así Doctora Sonrisas?” Díjole el prisionero a su verdugo.
Una sonrisa aparece en la obscura cara de aquella figura. “Oh mi dulce, dulce amor, ¿Acaso te enojaste?”, el loco azotaba su cabeza contra los barrotes. Un silencio incómodo se vio venir por el profeta que se acomodó enfrente del reloj. “Es hora de su tratamiento, señor” dijo la falsa curandera…
…
Sólo un número más esperando a ser estrellado, desde mi cueva puedo verlo…juegos, juegos y más juegos. Eso somos y posiblemente nada cambia. La vida es demasiado cruel, señores.
…
En una puerta de la ciudad, algo merodea… ¡Oh amigos míos! ¡Cómo me gustaría decir que alguien lo hace! Un monstruo está suelto… Uno muy torpe, pero un monstruo al fin de cuentas.
“Toc… toc… toc. Alguien llama a la puerta, Doctora Sonrisas, No atender al visitante es de mala educación… Doctora Sonrisas”.
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