en dolorosa danza
al escuchar tus pasos.
Cada mañana.
Con cada respiro.
Incluso el dolor
se vuelve rutinario.
Así que baña con tu sangre
cada uno de mis sentidos
para traerme de vuelta.
Grita mi nombre.
Con la fuerza del odio.
El ansia suele moverse
incontrolable y fúrica.
Cual intoxicante torrente
de tus suaves labios
con tristísimo sabor a ron.
Reconozco tus pasos.
Ya te he visto gritar.
Eres demasiado genial
y en verdad te necesito.
He pasado meses
en ominosa desolación
esperando una señal.
Imagen generada por I.A.
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