miércoles, 7 de enero de 2015

Latente desperdicio

Recordar las caras, gestos
y gritos
de mi juventud.

Me hace dar vueltas y
al final sentirme mareado.

Como un adolescente
probando su primer trago.

¡Oh! ¿Qué fue de mi juventud?
¿Cuándo se acabo?
¿Y por qué me siento viejo?

Recuerdo bien los charcos
que solía brincar entusiasmado.
Pero ahora solo veo lodo, fango
y un poco de vómito.

También puedo recordar
mis viajes en nubes de algodón,
movido solamente por la mente.

Ahora eso se ve
tan, pero tan lejano
que parece como si se tratase
de un horizonte al cual
no se puede llegar.

Daría lo que fuera
por recorrer una vez más,
la carretera de la vida,
sentir el sol en mi rostro
volver a soñar
con un mejor mañana.

Desahogos por debajo de lo normal.

Camino sin saber
a donde me dirijo.
Mi vida pasa por mi mente
y una fría sensación de conformismo
me invade.

Sin oficio, sin beneficio,
sólo letras en papel.
Es lo que puedo hacer.

Tomando una pluma
el punto fino comienzo a patinar.

Sólo pienso desahogarme
y poco a poco liberarme.
De esta prisión de bocas mudas
y uno que otro grito iracundo.

No sé expresar la desesperación
de ser un subnormal
apartado por la gente y la sociedad.

como si fuese un pútrido cadáver.

Recuerdos de batas blancas

Una estadía en el más obscuro
y tenebroso círculo del infierno
no se podría comparar

A estar olvidado
aquí donde me han dejado
como si fuese un mal recuerdo,
un mal augurio.

Un día quise salir
lloré, rogué, grité
pero nadie nunca me escuchó
en aquel rincón en el que me ocultaba.

Tal vez debí de golpear
pero, si lo hacía me sujetaban
esos inmundos brazos de desesperación.

La locura se quiso apoderar

de cada una de mis fibras.

Sueño

Soy
el ilusionado en sus nubes
de eterno resplandor

Y paz demencial.