a dónde volver
ni descansar.
El sueño es sólo
una pequeña probada
de la dulce muerte
que espera
al final.
Como el humo
del cigarrillo
desaparezco.
Tengo una daga
en la espalda
que no me atrevo
a remover.
No por miedo al dolor
o por no querer desangrarme .
Es mi tesoro.
Aún conserva
el calor de tus manos
y las lágrimas que vertiste
con gran hipocresía.
El último vestigio
que me queda
de tu escancia.
Mi más grande fracaso
fue decir lo contrario
a lo que necesitabas
para ganarme tu desprecio
y librarme de ti.
No sólo nunca
cambié aprendí
de tu corrupción.
Imagen generada por I.A.
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