A pesar de las eternidades transcurridas en mi mente, sigue el viejo mantra… “Odio, Odio, Odio. No queda más”. Pregúntame si has de ser tú y sólo tú la dueña de esta alma tan, pero tan muerta y pútrida. Dañada por errores, caprichos y temores… Mas, amada mía, sólo es de tu propiedad.
Pero ten cuidado. Un alma dañada, atormentada y fúrica, siempre, siempre mostrará sus dientes. Alcanzará tu aorta y gota a gota lamerá tu vida y tu ser. Pues a la bestia, gran lobo cruel, con su hambre y su sed… has de alimentar mi bello, bello arcángel.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario