Ya que has muerto y el arrepentimiento
se hace sentir más que nunca en mi vida
puedo llegar a decirte que siempre
he amado la manera en que me odias.
La manera en que me haces dejar de ser
aquel detestable ser de odio y melancolía.
Sé que al final de nuestras vidas habremos
de encontrar entre nosotros aquel tesoro
que durante toda nuestra existencia hemos
llegado a considerar sólo un sueño.
Ahora dime que nunca has llegado a sentir
la misma putrefacción que me ha corrompido.
Nuestro amor es basura y es justo por eso
que habrá de durar hasta que el mundo muera
o incluso tal vez hasta mucho más después
de haber sido consumidos por el sol.
Cómo si acaso necesitara de algo que
me recordara cuán miserable soy.
En tu carne encontraré el sacramento
que ha de llevarme a las fauces del terrible
infierno que espera por verme con tantas ansias
cómo yo mismo siento al pensar en ti.
Sé que ya es tarde para intentar redimirme
pero a mis ojos no puedes engañar.
Puedo ver la verdad que tus ojos gritan
así que dejemos las frivolidades a un lado
y sólo permitámonos actuar por los instintos
más primitivos que hemos de contener.
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