grito a los oídos de los sordos
creo truenos
y me retuerzo como una enorme sanguijuela.
Nada, nada en este mundo es real si el silencio grita
Pero…
¿Quiénes podrían atreverse a oírlo?
La cruda realidad me ha dado la espalda
ahora. Sólo tengo esta condena bien merecida
Mis gritos comienzan, comienzan a enfermarme
Pero me aferro como un adicto a su último pinchazo
Soy la desesperación
Soy la desesperación
Grito y grito más nadie puede escuchar.
Consuelo fue la primera en irse
cuanta falta me hace ahora.
Ella sabía cómo lidiar con este tipo de cosas.
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