En realidad ignoro todo lo que “el cráter” hizo en su vida. Es posible que algunas de esas cosas me cause náuseas y no me dejen dormir en meses. “No preguntes cosas cuyas respuestas no quieras saber”, no recuerdo en realidad quién solía decir esta mierda. Siempre es importante conocer la verdad, la vida es una dura serie de golpes. Uno más fuete que el otro. Evitarlos es una pérdida de tiempo, la vida sabe acomodar los golpes donde nunca podrías haber imaginado. Los cobardes huyen, a los hombres no les importa ser aplastados. Pues frente a nosotros siempre hay algo que nos inspira soportar el dolor.
Ese ratero de poca monta siempre solía decir que yo tenía, incluso, más huevos que él, a pesar de mi escepticismo siempre me veía con aquella sonrisa burlona. “A poco no me cree, puto” decía mientras fingía conectarme unos cuantos madrazos.
El siempre usaba un broche con su caricatura favorita. Haciendo un gesto que nunca fallaba para hacer sonreír a cualquiera. Era su broma característica. Nunca imagine lo que pasaría el día en que se lo quitó.
Nunca tendré un conocimiento más inútil que aquel que según él me había dejado. El juego de ladrones nunca ha sido lo mío y a pesar de todo, siempre he sido bastante bueno en ello. Como él decía “talento natural”.
Recuerdo aquellos días en los que solía tomar las cosas de sus bolsillos y cinco segundo después lo ponía frente a su nariz.
Y bueno, es momento de decirle “adiós” a todos aquellos días. Me encuentro parado frente a su ataúd. No hago más que recibir el profundo impacto de tu despedida mientras mantenga viva tu sonrisa y traiga conmigo aquel broche tan distintivo suyo… ¿Qué pasará ahora? Tú simplemente seguirás el curso natural de las cosas… y yo… simplemente trataré de mantenerte vivo. Dame un par de días para pensar cómo. De mientras, simplemente seguiré con esta estúpida sonrisa que me dejaste como recuerdo.
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