en la que econtré tu cadáver
sumergido en tu sangre.
Con tus antebrazo casi amputado.
Vi tus ojos muertos
y no me importó
en lo absoluto.
Recogí tus restos ya frios
y nos metí en un refrigerador
para volver a dormir justo.
Justo cómo entonces.
En cuánto sentí el frío
que tu piel emanaba
no pude deja de tocarte.
Siempre has sido lo único
bueno en mi vida.
Así que perdóname
por lo que estoy por hacer
y recuerda los
buenos momentos.
Simplemente no pude
dejar que la muerte
nos separara.
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