recorro los escondrijos
de aquellas tragedias
que marcaron mi vida.
En un sin sentido
de cruzada.
Como si soportar
aquel dolor interno
fuera a cambiar las cosas
y hacerme merecedor
de alguna recompensa.
Lo único que podría
sacarme de esto
sería una crisis.
He muerto tantas veces
que la obscuridad eterna
se ha convertido
en una vieja conocida.
Levanta el vuelo
hacia tiempos mejores
en los que el sabor
amargo y escabroso
del hierro sanguíneo
se haya disipado.
No puedo seguir respirando
y honestamente creo
que no lo he hecho
en demasiado tiempo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario