a las voces del abismo
y hacer cambiar
la noche en día.
Cargo con la culpa.
Dolor perpetuo
que me arrastra
a las fauces del Averno.
Pongo el corazón
en oscuro fondo
de una botella
llena de psicosis.
Esperando ansioso
el dulce confort
del eterno descanso
de la muerte.
Pues cada noche
de frío insomnio
contemplo fijamente
mi suicidio.
Le vendí el alma
a una ninfa de rio
y el destino suele
mostrarse cruel.
A través del humo
la inclemente ceniza
las lesiones infligidas
camino sin descanso.
Erigí un templo
dedicado a mi dolor
y todo el daño
que he hecho.
Sin embargo
la misericordia
se encuentra
a unos pasos.
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