sábado, 27 de octubre de 2018

Diluido.

Antes
de una
nueva
nota
suicida.

Quisiera
declarar
como es que
al final
del tristisimo
día.

Tras
los errores
marcados
en mi piel.

Puedo
siquiera
ponerme
de pie
para 
volver
a caer.

Es más
difícil
creer
en mi.

Pues
al ver
al dolor
punzante
directo
a los
ojos.

No hago
más 
que
escapar.

Miento.

Perdí el rumbo
entre miles de atardeceres fugaces
y una que otra
dulce noche.

Pero claro
al ver en mi rostro
que las cicatrices cuentan
una historia distinta.

Tanto tiempo escapando
de cualquier recuerdo
que pueda atarme
a la realidad.

Dame tres buenas razones
para quedarme
y prometo regresar
antes del amanecer.

Justo antes de despertar
al abrir los ojos
ante el amanecer
estaré esperando.

viernes, 26 de octubre de 2018

12:50

Apresado en en el tiempo
sin encontrar salida.

Mil años más tarde
junto con el desliz
de noches eléctricas
de licor y arrepentimiento.

Agoniza en el despecho
ciego ante el dolor
brotó en mi aquel espíritu
maldito.

Ahogado en luvia eterna
sólo esperando
el final.

Hacía el nuevo destino
en el frenético cruce
de caminos.
Sonde la pesadilla encarna.

Un eco del recuerdo.
Nada más.

Imagen persistente.

En la espesa penumbra
que paraliza el alma
y congela sentidos.

Trata de olvidar
los lazos que unen
y un parpadeo después.
Los caminos
de la penitencia
son claros.

Deslumbrado por la eternidad
sé que el final está muy lejos.

Lo sé muy bien
otra pesadilla viviente.

Marcada en mi piel
la historia de los males
del invierno eterno.
Sólo importa
alimentar la herida.

Ese es el viejo dogma del odio.

Obscura tradición.

Quisiera implorar
por el alma
que un día vendí.

Perdido
en la algarabía
de las apariciones
provenientes
de las llamas del averno.

Soy un miserable
adicto al pasado.

Aferrado a los "buenos tiempos"
que aunque tormentosos
no este frió purgatorio.

Sólo otra oportunidad
de traer miseria.
Es lo que pido.

Otro desenlace
donde las almas destruidas
sean
juez, jurado y verdugo.

Sobre Consuelo.

La dama pálida
con aquella su dulce sonrisa
bien sabe
que tras un chasquido
de sus dulces dedos.

Puede reclamar
en bandeja de plata
mi cabeza.

No hay nada que hacer
cuando
su dulce canto
hace estremecer
el alma.

Sólo dejarse
atrapar
y esperar
que el final no sea tan largo.

Si tan sólo
pudiera dejar
pasar
un día
sin anhelar
la herida carmesí.

Que adorna sus labios.
¡Oh! Sus hermosos labios.


Serpenteo.

Resiste el tormento
del tedio y el desdén.
Sigue el camino
de hombre decrepito.

Como un torbellino.
Como un suicida.

Sólo se trata de fluir
junto la ira del viento.

Atravez de la confusión
y la nueva piel.

La locura es el camino
hacia el eterno resplandor.

Déjame sentir el rencor
naciente en la mirada perdida
es justo lo que necesito
´para saber que existo.

Pues soy un virus
en esta triste realidad.