domingo, 26 de agosto de 2018

Sueño opaco.

No puedo evitar
caer
en el ebrio y patético llanto
del lamento.

Cariño
agonizo al saber
que mi voz
es simple silencio.

Entre los mares
de aquella
otra dimensión.

¡Oh! Querida
las cosas cambian.
Ahora
estoy demasiado lejos.

Perdido en el tiempo
atrapado en la tormenta
camino
al infierno.

sábado, 25 de agosto de 2018

Cortina.

Otra noche en vela
con el corazón en la mano

Se ha roto el silencio
con el casi
inaudible pero agonizante grito.

Desde las entrañas
obscuros abismos
donde la luz
nunca aparecerá.

Es hora, el Averno llama.

Al cerrar los ojos
la llama por fin se extinguirá.

El sueño es cruel
cuando la venganza es ley
y dogma.

Sólo puedo apretar la mano
y esperar
algún tétrico desenlace
algo debe hacerme volver.

Una y dos y tres cortadas.

En el juego infernal
donde se apuesta el alieno
sólo para tratar de alcanzar
las estrellas.

¿Acaso debería importarme?

Sé que cuando trate de moverme
me espera una gran caída.

Se invoca al carmesí
en el satisfactorio
dolor de media noche.
Sabor oxido.

¿No escuchas el susurro de la muerte?

Seré un hombre nuevo
tras la última gota.

Rencacido
en otro espectro viviente
que al desdén
acosa.

viernes, 24 de agosto de 2018

Devastado estoy.

Mueve días y nueve noches
bajo el huracán.

Estoy tan cansado
de arrastrar los pasos
bajo la tempestad.

Si algo recuerdo bien
es que las maldiciones no se rompen con mentiras.

Simplemente
detesto esa estúpida sonrisa
que tanto te gusta presumir.

Lo he perdido todo
a donde me dirijo eso sería un estorbo.

Quisiera
presenciar el espectaculo
de las ultimas palabras.

Sueño lúcido.

Canta
bastarda cigarra
no me culpes.
Incinerar
es lo que soy.

Lo siento.
Perdí el control y el impío deseo
se apoderó de mi.

Casi puedo jurarlo
no te haré demasiado daño
sólo quiero calmar mi sed
no llegar al éxtasis.

Sólo una llamarada
aquí y otro catástrofe allá
lo necesario para renacer.

Por fin
olvidaré el destino.
Parto
para la nada
la inexistencia
y el té matutino.

jueves, 23 de agosto de 2018

40:57

Como una presencia intangible y etérea
desde algún olvidado plano existencial
un simple espectador
del infinito.

Pero puedo sentirlo
como un simple anhelo.
Al final es lo que importa.

No hay nada como el fulgor
de la cobriza nebulosa
que al más profundo abismo
cobija.

Al final de la historia perdida
sólo algunos fragmentos quedan
de la memoria quebrantada.

Tras la sangre derramada
en algún pacto infernal
es todo lo que necesito
para seguir esta cruzada.

Sólo el brillo del anhelo
y un cigarrillo.

Disturbio.

En lo más profundo del bosque
una blasfema melodía
resonaba por la madera
corroída a su paso.

Entre las llamas
y las alucinaciones
me he desvanecido.

Cuando cae el velo carmesí
y la realidad muestra su rostro
al final de la pesadilla
desearía poder regresar a ella.

Puedo presumir
mi locura
antes de la corrosión.

Pocos podernos ver el abismo
y volvernos adictos a él
para amanecer marchitos
en el corazón de la penumbra.

Puedo observar
ante los cuatro vientos
maldiciones sin fin.